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Resulta sorprendente que el modelo que se promueve desde la Administración gire en torno a la falta de autonomía y reconocimiento de su profesorado, cuya función se limita a la mera distribución de contenidos, esencialmente colgando “apuntes” en formato PDF que les obligan a utilizar y sobre los que no pueden realizar modificaciones.
Este planteamiento evidencia una devaluación de la profesión docente y una enfoque tecnicista y obsoleto, no sólo de la educación en general, sino de la formación a distancia en particular. Supone además un derroche de recursos humanos cualificados y la desafección de los docentes con el modelo impuesto.
Los tecnócratas siempre se han atribuido la sabiduría para gobernar a los pueblos, supuestamente incapaces de recorrer su propio camino. Por favor, gobernantes, más educación y menos tecnocracia.
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