jueves, 18 de junio de 2015

Sobre la importancia de evaluarse a uno mismo

Fuente.- Blog CUED
Al finalizar el curso es un buen momento para realizar un ejercicio de reflexión sobre cómo han ido las cosas. Uno puede intuir, por el feedback que le proporcionan sus alumnos durante las clases, si ha conseguido o no alcanzar los objetivos iniciales.

Sin embargo, siempre puede haber sorpresas. Que los estudiantes aprueben, incluso con buenas notas, no quiere decir que no haya margen de mejora.

Por lo tanto, evaluar nuestra función docente es prioritario y tiene un objetivo claro: mejorar. ¡Y quién mejor para evaluarnos que nuestro alumnado! Hay dos claves que deben cumplirse:
  1. La evaluación debe ser anónima. Por eso es importante realizarla fuera de plataformas de aprendizaje que pueden vincular datos del estudiante con sus respuestas.
  2. El estudiante debe sentirse libre para expresar sus opiniones. Por eso, el final del curso, una vez entregadas las notas, es un buen momento para realizarla, ya que no existe la posibilidad de represalias por parte del profesorado.
Algunas administraciones educativas ya realizan esta evaluación. No obstante, hacerla nosotros mismos aporta grandes ventajas, ya que podemos poner el foco en aquellos aspectos que más nos preocupen: ha funcionado la metodología, expliqué demasiada teoría y poca práctica, conseguí crear un buen ambiente en el aula, etc.

Os dejo un ejemplo de formulario de evaluación docente muy sencillo que yo uso con mis estudiantes.

En ningún caso hay que temer a la evaluación de nuestra función docente. Si ésta es positiva confirmará nuestro trabajo y buen hacer. Si es negativa permitirá identificar los aspectos a mejorar en el futuro. Y lo que queremos es mejorar, ¿no?




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